sábado, 1 de noviembre de 2008

Tu recuerdo

Es extraño como el pasado se presenta ante nosotros en los momentos en los que uno menos se lo espera. Los recuerdos, esos hijos de puta que no hacen otra cosa sino abrir viejas heridas que creíamos cerradas, atacan cuando uno se encuentra con la guardia baja. Es como si uno estuviera tratando de incorporarse en el ring de la vida con las pocas fuerzas que le quedan en lugar de resignarse a aceptar nuestras limitaciones y la triste realidad y tirar la toalla. Cuando uno esta haciendo eso, es cuando ocurre lo peor. En ese preciso instante en que se logra establecer a duras penas la vertical aún con las piernas temblorosas, aparece un puño a toda velocidad cuya trayectoria finaliza en nuestro mentón. Es un golpe de knock out, de esos que nos van a dejar tumbados en la lona más allá de que la cuenta fuese hasta diez, veinte, cien o un millón. Pero me estoy yendo a la mierda hablando casi como Osvaldo Principi y no escapo a lo que quiero contar que es como me siento.
Vacío. Esa es la palabra que mejor refleja lo que en este momento siento. Pero contrario a lo que todos podrían llegar a suponer no es una sensación nueva o siquiera reciente. Es el mismo vacío que se abrió paso en mi interior el día que desapareciste de mi vida hace ya bastante tiempo.
Al ver tu sonrisa hoy retrocedí por lo menos diez años en el mar del tiempo. Mucho más no puedo retroceder porque mi cabeza no posee esa capacidad a esta altura de la vida. Retrocedí hasta ese preciso instante en que te dije sin decirlo que te amaba con locura. A ese lugar repleto de gente y al mismo tiempo tan íntimo que nuestras miradas no necesitaban ninguna palabra para expresar lo que sentíamos el uno por el otro. A tu perfume por las mañanas que era lo único que garantizaba mi presencia. A esas tardes en las cuales no importaba nada excepto vos. Y a esas noches en las que nunca sucedió nada de lo que hubiese querido, pero que me hacían feliz por sentirme iluminado por el brillo de tus ojos. A esos viajes hacia la nada que creía que me acercaban un poco más a vos.
Esos recuerdos me atacan una y otra vez. Me critican como lo hicieron hace mucho tiempo el hecho de que nunca supe encontrar las palabras, el lugar o el momento justo para expresarte a viva voz lo que mi corazón sentía. En realidad, el día que encontré esas palabras y me armé de coraje para decírtelas vos me interrumpiste antes. Fue el día en que me contaste que habías sellado tu destino e ibas a emprender un viaje en el que ni siquiera iba a poder despedirte desde el andén.
Voy a serte sincero, llegué a estar obsesionado con vos. Traté de seguirte el rastro pero siempre iba un paso tarde. Cuando yo llegaba a un lugar, vos acababas de irte. Así sucesivamente durante meses. Los meses se convirtieron en años y fue cada vez más difícil encontrar indicios de tu paradero. La gente que podía brindarme información frecuentaba esos lugares a los que dejé de asistir después de tu partida. Esos lugares habían perdido sentido sin tu presencia.
Ayudado por el alcohol, los amigos de siempre y las caricias de algunas mujeres que intentaron sin éxito llenar el vacío que habías dejado; fui tratando de olvidarte. Para eso corté todos los lazos que me unían a ese pasado conjunto. Escondí demasiado bien las fotos tuyas que conservaba y opté por dejar que la vida y el paso de los años se encargasen de borrarte de mi mente. Cosa que de más está decir, jamás pude hacerlo por completo. Si lo hubiese logrado hoy no estaría escribiendo estas líneas.
El hecho de volverme cada vez más apático ayudo a poder aceptar lo mierda que resueltaza el mundo sin tu presencia. La vida siguió su rumbo y yo aparentaba ser feliz hasta que irrumpiste en mi camino como lo harías varias veces en estos años. Cuando pienso en ese momento todavía puedo sentir la dolorosa enseñanza de que no podía suceder algo bueno sin estar tomado de la mano de algo muchísimo peor.
Volviste a parecer en escena hace unos ocho años. En realidad ni siquiera pude verte en esa ocasión, sino que fueron los relatos por intermedio de labios ajenos que aseguraban que habías decidido interrumpir ese viaje que te alejaría de mí para siempre. Sin embargo y muy a mi pesar, abandonaste un viaje para abrir tus alas y emigrar a tierras lejanas. Cambiaste el destino solamente pasando de estar en un viaje en el que nunca hubiese podido acompañarte para emprender una travesía que haría que perdiese tu rastro en forma definitiva.
Al menos eso fue lo que creí en ese momento. Y como el vacío en mi interior se hizo aún mayor; decidí intentar taparlo con una relación que desde un comienzo sabía que estaba condenada al fracaso. Ella nunca podría ocupar el lugar que vos habías dejado vacante en mi corazón. A pesar de que ambos lo intentásemos (y creo que ella también lo sabía), tarde o temprano, caeríamos en la realidad de que jamás hubiera podido prosperar una pareja con tu sombra sobre nosotros.
Es más, te podría decir que estuviste presente en varios de los momentos que viví en pareja. Algunas veces porque ella que conocía mi pasado te traía a la conversación con la única intención de propinarme golpes bajos. Otra porque yo te usaba como parámetro de comparaciones odiosas en las que siempre mi ex salía perdiendo. No fuiste la causante de nuestra separación, pero tu recuerdo fue una pesada carga que ninguno de los dos supo sobrellevar.
Varias veces en este tiempo que pasó diste señales fugaces de que seguías actuando sobre mí con un poder casi hipnótico. No creo que nunca hayas imaginado lo mucho que me alegro poder escuchar que era de tu vida de tu propia boca sin oír tu voz. Aunque también infundiste en mí ser una enorme tristeza al saber que tu corazón había encontrado dueño mientras que el mío seguía gritándote que te pertenecía.
Así fue como me conforme con verte en fotos que no eran mías y que tampoco habías decidido compartir. Hurgando en tu intimidad para poder sentirme un poco más cerca de ti. No me tomes como un psicópata, siempre lo hice desde el respeto y el amor que te siento. Igual que siempre e igual que hoy cuando pude ver tu sonrisa en esa foto, sabiendo que eras feliz y aceptando de a poco esta dura realidad.
Esta realidad que me grita que nunca serás mía porque nunca lo fuiste aunque yo te pertenezco desde siempre.
Voy a volver a intentar olvidarte aunque cada vez que lo intento lo hago peor y termino recordándote aún más.
Aunque me duela voy a seguir amándote porque amarte fue lo más bello que me pasó en la vida; y al mismo tiempo es y será el dolor más grande.


By Manuel Castellano

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